Ischia asumió en Boca en enero de 2008, cuando a Miguel Ángel Russo no se le renovó el contrato. A pesar de tener una trayectoria mediocre como entrenador, la directiva de Boca decidió ofrecerle el primer equipo, luego de haber estado en el club, pero como asistente de Bianchi. Cabe recordar, que antes del Xeneize, Ischia pasó sin pena ni gloria por Gimnasia y Esgrima de La Plata, Junior de Barranquilla y Rosario Central, en donde ganó un solo partido de catorce disputados.
Las cosas empezaron bastante bien: Boca recuperaba a su figura, Juan Román Riquelme, luego de estar parado durante casi 6 meses, y hace un buen papel en la Libertadores 2008, donde queda eliminado por el Fluminense en Semifinales. El siguiente torneo internacional que disputa, es la Recopa contra Arsenal, la cual gana. En el plano local, las cosas, dentro de lo esperado para el torneo que se juega en paralelo a la Libertadores, también son positivas: Boca termina segundo, a 5 puntos del River de Simeone, quien se adjudica el torneo. En ese torneo, el Superclásico fue para los Xeneizes: 1-0 con gol de Battaglia, en la Bombonera.
Pero en el segundo semestre empiezan los problemas: los roces dentro del plantel son cada vez más, e Ischia no sabe como manejarlo. Así se dan situaciones, como la de Julio Cáceres, que declara a una radio la poca predisposición al trabajo que tiene Riquelme y la respuesta del 10 (el recordado “ese muchacho”). Al mismo tiempo se reeditan viejos rencores entre el propio Juan Román y Palermo, rememorando las épocas de halcones y palomas. Y como si esto fuera poco, comenzaba el Carantagate.
Estas tres situaciones, que en realidad pueden ser dos, ya que lo de Cáceres y Palermo, se puede englobar en la fractura interna que hay en el plantel, levantó las antenas en la dirigencia, la cual no vio con buenos ojos el manejo que le dio el técnico a la situación: prefirió prácticamente no intervenir y que los jugadores se arreglen entre ellos. Debido a esta situación, dentro de los pasillos de la Bombonera, algunos dirigentes soñaban con un segundo semestre sin triunfos para evitar renovarle el contrato al DT. Es más, hasta la fecha 11 de ese Apertura (vs. River), muchos ya se frotaban las manos. Pero la historia fue otra: Boca le ganó a River y luego remontó los 11 puntos de diferencia que tenía con San Lorenzo. Fue a desempate con los Cuervos y Tigre, y se llevó el Apertura. Visto ahora y a la distancia, para muchos dentro de Mundo Boca, ese triunfo fue una derrota que aseguraba la renovación del contrato de Ischia, por lo menos durante un tiempo más.
Pero por las asperezas dentro del plantel y el mal manejo que se le dio al caso Caranta (no lo dejó entrar a la concentración de pretemporada en Tandil) la Comisión Directiva le pasó factura al entrenador: a principios de año, decidieron la contratación de su amigo Carlos Bianchi como Manager del equipo, en lo que para muchos fue el principio del fin de Ischia como DT de Boca. Bianchi, tendría a cargo toda la parte administrativa del fútbol (contratos, transferencias, viajes, etc.), pero sin injerencia en las decisiones tácticas. La otra decisión que tomó la Comisión en detrimento del entrenador, fue la no contratación de nuevos jugadores y promocionar las inferiores del club (Ischia había pedido dos o tres refuerzos para encarar la Libertadores y el Clausura, los cuales nunca vinieron).
Los resultados hablan por si solos: la horrible campaña en el torneo local, la rápida eliminación en la Copa Libertadores y un bajísimo nivel de juego, sumado al quiebre del plantel que se ha intensificado de un tiempo a esta parte, provocaron la decisión de que Ischia deje de ser el entrenador de Boca al final de este torneo.
Ahora, con el fracaso consumado y en época de vacas flacas, Carlos Bianchi deberá justificar su importante salario, buscando el reemplazante de Ischia, ya sea por un semestre, por una temporada, o para ser el Manchester United del subdesarrollo. Sea como sea, la etapa Ischia terminó. Mucho antes de lo que se cree.
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