Las palabras de Martín Palermo ayer y, anteriormente, el festejo de Riquelme luego del gol 219 del Titán, solo sirvieron para ratificar ese secreto a voces que indicaba que el goleador y el enganche están distanciados. Ya no alcanza vestir una misma camiseta, y seguir con ese concepto del “todos tiramos para el mismo lado”, evidentemente algo esta roto y ya no tiene sustento, ni forma de sostenerlo.
Martín Palermo es el hombre record de Boca y su capitán desde hace algunas temporadas. Siempre fue reconocido por su sacrificio y garra, valores que utilizaba para reemplazar la falta de talento natural que tiene. El Oportunista del Gol, como lo califico Carlos Bianchi, tiene un destacado olfato para poder merodear el área, capturar la pelota y mandarla al fondo de la red. Con su destacada altura, es un tiempista a la hora de cabecear: defensores que lo han enfrentado destacaron lo difícil que es marcarlo dentro del área y que “si lo dejás saltar, estas muerto”. Los medios siempre lo trataron como el “bueno” de esta película de enemistades con Riquelme. Siempre fue el profesional modélico que llega primero a los entrenamientos y se va último. El Titán que pelea contra viento y marea para salir adelante. El protagonista de una película épica.
Juan Román Riquelme es uno de los mejores futbolistas que salieron de nuestro país en los últimos 30 años. Dueño de un talento y características inigualables en la actualidad, es el enganche y manija de este Boca. Cuando frota la lámpara, uno no sabe que va a pasar: un pase perfecto entre líneas, una gambeta, un tiro al ángulo. Los más románticos dirán que es último 10 verdadero. Los que lo han enfrentado saben perfectamente que si está iluminado, por más que lo sigan entre dos, no lo van a poder controlar y con dos toques va a dejar pagando a sus marcadores. Para el no hay punto intermedio, los medios de comunicación lo aman y odian por igual, siempre al extremo: los que lo idolatran lo creen responsable de todos los logros futbolísticos del Xeneize, y como uno de los responsables de que hoy Palermo tenga 219 goles; los que lo odia, lo ven como el responsable de la división del vestuario, el que no se entrena, el que finge las lesiones.
No quedan claras las razones del conflicto. Si son recientes o vienen desde hace una década. Lo que si queda claro es que no son zanjables. Con dos personalidades evidentemente distintas, ha llegado0 l momento de un quiebre en esta relación de amor-odio. Si bien el delantero se tomo su tiempo para explicar que no desea que de esto se haga un “él o yo”, está más que claro que los planes de Amor Ameal de renovar ambos contratos no podrá suceder, y que tendrá que cargar con el costo político de pasar a retiro a uno de los dos. O a los dos.
Pero esto es fútbol, la dinámica de lo impensado. No sería extraño que mañana estén a los besos y abrazos por todos los medios diciendo que nunca hubo problemas y que piensan el 100% del tiempo en Boca. O que al que le toque irse, prenda el ventilador y manche a medio mundo. Todo puede ser posible. Mientras tanto, los invitamos a que ustedes voten.
La foto pertenece a Telam
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